Una adicción es un fuerte deseo de llevar a cabo una acción que genera un efecto placentero o agradable en nosotros. Este deseo hace que sea difícil para la persona controlar sus acciones, y a la larga genera dependencia.
Si la adicción se cesa bruscamente se produce ansiedad. Además, si la dependencia es muy fuerte se experimenta el síndrome de abstinencia. La abstinencia resulta muy desagradable y angustiante para la persona, por lo que en ocasiones la adicción se mantiene para evitar estos síntomas. Es decir, la adicción surge porque la persona realiza una acción que tiene unas consecuencias placenteras. Sin embargo se mantiene porque la persona trata de evitar las sensaciones desagradables que le produce dejarlo. Por ejemplo, es habitual escuchar a fumadores en proceso de dejarlo quejarse de la ansiedad que les genera dejar de fumar, o de lo mucho que han engordado al dejarlo. El evitar esta ansiedad es lo que les lleva a seguir fumando, más que el hecho de que fumar un cigarrillo puede resultarle agradable.
El consumo de sustancias es un problema que resulta alarmante a nivel social, sobre todo cuando ocurre en menores de edad. Los adolescentes se encuentran en una situación de riesgo donde la presión social y la imagen positiva del uso de sustancias pueden más que las consecuencias nefastas que estas tienen a largo plazo.
Las adicciones tienen distintas consecuencias dependiendo de qué es lo que la persona consume o hace. Es necesario entender cada tipo de adicción para aplicar un tratamiento específico dirigido a las características de cada una de ellas.
Entre los distintos tipos de adicción están las siguientes:
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Tabaquismo
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Alcoholismo
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Adicción a sustancias
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Adicción al juego (ludopatía)
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Adicción al sexo
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Adicción a nuevas tecnologías
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Adicción al trabajo