En la enfermedad de Parkinson, es importante reconocer los síntomas psicológicos y neuro-psiquiátricos, tales como los trastornos del estado del ánimo, la ansiedad, los estados psicóticos (delirios y alucinaciones), o los trastornos sexuales porque son muy frecuentes y repercuten en la calidad de vida.
EL Parkinson en ocasiones va acompañado de síntomas psicológicos:
- Depresión. La depresión en la enfermedad de Parkinson es uno de los trastornos emocionales más frecuentes. Hoy en día, la cifra de afectados de enfermedad de Parkinson que desarrollarán síntomas depresivos en algún momento a lo largo del curso de la enfermedad se sitúa alrededor de un 30-50%. La depresión en la enfermedad de Parkinson se asocia a una mayor rapidez del deterioro de las funciones cognitivas y motoras, influyendo de manera importante en la calidad de vida del paciente.
- Ansiedad. En la enfermedad de Parkinson es importante diferenciar la inquietud ansiosa de la acatisia (inquietud interna que se manifiesta como una dificultad para permanecer quieto), que es consecuencia del tratamiento con fármacos antiparkinsonianos. Los afectados de enfermedad de Parkinson experimentan con frecuencia sentimientos de ansiedad, tensión y nerviosismo. Aproximadamente, uno de cada tres afectados de enfermedad de Parkinson sufre problemas de ansiedad, que pueden ir desde la inquietud hasta las crisis de angustia. En la mayoría de los casos, los problemas de ansiedad se acompañan también de síndromes depresivos.
¿Por qué se producen estos síntomas?
La serotonina, junto a la noradrenalina, son sustancias químicas que transmiten información de unas células nerviosas a otras y están implicadas en la regulación de nuestro estado de ánimo y de nuestra ansiedad. Generalmente, los trastornos del estado del ánimo son resultado de las alteraciones en los circuitos que dependen de estos neurotransmisores.
Por otra parte, los problemas emocionales también pueden precipitarse por factores psicosociales, tales como la valoración que hace el afectado de su estado y de los recursos personales de los que dispone para afrontar su propia situación.
Junto a los problemas motores característicos de la enfermedad de Parkinson, se producen cambios en la vida de la persona que sufre la enfermedad, y en la de sus familiares. Muchos de estos cambios requieren que la persona que los padece movilice sus recursos personales para afrontar la situación. Estos cambios conllevan estrés. En ocasiones, dicha situación estresante es demasiado intensa o su duración es demasiado prolongada en el tiempo, interfiriendo en la vida social, familiar, laboral y emocional de la persona y se traduce en el deterioro de la salud y el empeoramiento de la calidad de vida.
Algunas estrategias que le ayudarán a prevenir/controlar/reducir los problemas emocionales
- Pensar en «aquí y ahora», en vez de centrar su atención en «cómo era su vida antes de la enfermedad» o en «cómo será en el futuro».
- Observe cuáles son los momentos del día en los que se encuentra mejor, y concéntrese en «las cosas que van bien».
- Manténgase lo más activo posible (física y mentalmente), teniendo en cuenta sus dificultades, aprovechando los momentos «buenos» (en fase on).
- Practique ejercicios de relajación y respiración. Pueden ser especialmente útiles en los momentos «malos».
- Evite el aislamiento y busque apoyo social. Realice actividades con otras personas y comparta sus experiencias y sentimientos.
- Aprenda de la experiencia. Aunque parezca difícil de creer, la enfermedad de Parkinson también puede hacerle descubrir cosas positivas (de usted mismo, de las personas que le rodean, …).
- Prevenga el estrés siguiendo un estilo de vida saludable: mantenga una dieta adecuada, descanse lo suficiente, realice ejercicio físico regular y no abuse de sustancias tóxicas (tabaco, alcohol, café, …).
- Acepte la ayuda emocional que le puedan proporcionar sus familiares, amigos o profesionales.
- Comuníquese con su médico: pregúntele sus dudas, explíquele cómo se siente y qué le preocupa. Siga las recomendaciones médicas y evite automedicarse.
- Contacte con asociaciones de enfermos de Parkinson.
¿Cómo afecta la enfermedad a los familiares?
La enfermedad de Parkinson no sólo afecta a la persona enferma, sino que también puede ocasionar un impacto indirecto en la salud del familiar más allegado, llamado «cuidador principal». Estas personas sufren de malestar psicológico, tristeza y depresión (sobre todo en fases avanzadas de la enfermedad de Parkinson), fatiga y falta de energía, problemas de sueño, insatisfacción ante la vida y malestar social.
A menudo, los estados avanzados de la enfermedad de Parkinson se acompañan de trastornos del sueño, repercutiendo también en el sueño del cuidador (que tienen que mantenerse en guardia durante la noche para ayudar al enfermo, y además asumir las responsabilidades de cada día).
Un tiempo elevado de evolución de la enfermedad de Parkinson también se relaciona con una mayor presencia de síntomas depresivos en el cuidador, pues el estrés consecuente a la enfermedad de Parkinson puede tener un efecto acumulativo a lo largo del tiempo.
El malestar del familiar del afectado de enfermedad de Parkinson está muy relacionado con el estrés. Igual que ocurre al conducir un automóvil, si deseamos que nuestro coche no nos deje en la cuneta, es preciso tener el depósito lleno (es decir, hay que disponer de energía para afrontar el estrés). Para disponer siempre de combustible (energía para afrontar el estrés) el cuidador puede reducir su consumo (dejar de presionar el acelerador del automóvil), aminorando el ritmo de vida, disminuyendo las obligaciones, delegando tareas, velando por las relaciones con la familia y amigos, mejorando la comunicación con el entorno o posponiendo grandes acontecimientos vitales estresantes.
Otros consejos generales que ayudan a aumentar el nivel de resistencia al estrés del cuidador (repostar a menudo para tener el depósito de combustible siempre lleno) son:
- Seguir una dieta equilibrada
- Mantener una actividad física regular
- Conservar el sentido del humor y buscar momentos para reír con los demás
- Usar los recursos de apoyo social y emocional:
— familiares y amigos,
— personas dedicadas a servicios domésticos (limpieza, atención a las personas discapacitadas),
— la información que aportan los profesionales sanitarios,
— grupos de autoayuda, - Mantener actividades de ocio y practicar actividades relajantes
- Dormir y descansar las horas suficientes
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