Adultos, Inteligencia Emocional, Psicología y Bienestar

¿Cómo puedo ser más optimista?

        Ser optimista es un modo de interpretar lo que nos sucede. Nuestros pensamientos e interpretaciones modulan nuestras emociones en muchas situaciones, aunque no nos demos cuenta. Por ello es importante que detectemos qué forma tenemos de pensar, para así poder modularla hacia un modo más constructivo de interpretar lo que nos ocurre a diario.

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¿Cómo piensa un optimista?

          Ser pesimista u optimista depende en gran medida de las explicaciones que damos a los eventos negativos. Existen ciertos patrones de pensamiento característicos de cada uno, caracterizados por la explicación que dan a los eventos. Esta explicación es lo que llamamos estilo atribucional, y  son nuestros padres y profesores los que más influyen en el estilo atribucional o explicatorio que tenemos. Entonces,  ¿Cómo se diferencia el estilo atribucional de las personas optimistas y pesimistas? Hay vario factores que los diferencian:

– Las personas pesimistas a menudo personalizan los eventos negativos, atribuyéndolos a causas permanentes y generales. Sin embargo, los eventos negativos tienden a atribuirlos a causas temporales, externas y específicas.

– La proyección del malestar actual  en el futuro crea una sensación de desesperanza

– Las personas optimistas tienden a atribuir los sucesos negativos a causas externas, y ven estos sucesos como temporales y específicos. Por el contrario, ven los sucesos positivos como personales, generales y permanentes.

– Gracias a este estilo atribucional los optimistas logran recuperarse antes de los acontecimientos negativos de la vida y vuelven a intentarlo de nuevo.

                Es posible cambiar nuestro «estilo atribucional» hacia uno más optimista. Esto se consigue practicando a diario y convirtiéndolo en un hábito. La terapia cognitiva puede ser de gran ayuda, siempre sin olvidar que el optimismo es un hábito. Es importante esforzarse y practicarlo a diario.

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 ¿Por qué no somos todos optimistas?

                Si ser optimista es tan bueno, ¿por qué no somos todos optimistas? Ser optimista nos ayuda a sentirnos mejor siempre que veamos la realidad de un modo más positivo, pero sin exagerarla o modificarla. Sin embargo a veces pensamos que ser optimista es negar la realidad y preferimos ser más “realistas” a la hora de evaluar lo que ocurre, es decir, preferimos pensar de un modo más pesimista. El pesimismo tiene también beneficios, y por eso nos es difícil abandonarlo:

– Las personas pesimistas tienen una ventaja sobre los optimistas: son más acertados a la hora de evaluar las situaciones de un modo más realista.

– El pesimismo es un protector contra la depresión

– Los optimistas tienden a exagerar el control que poseen sobre los sucesos

                El pesimismo muchas veces actúa como protector, ya que si no esperas que ocurra nada bueno parece que no te desilusionas nunca. Sin embargo es una trampa. Dejamos de sentir emociones positivas por miedo a dejar de sentirlas. Por ello el optimismo es más beneficioso para nuestro estado anímico y nuestro bienestar. No obstante, como hemos mencionado antes, hay que tratar de interpretar la realidad de un modo más constructivo, sin exagerarla o modificarla.

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